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viernes, 14 de enero de 2011

La reciprocidad y el cuidado como base de la pareja

¿Por qué alguien puede llegar a odiar a alguien a quien se supone que amó? En algún tramo de este tremendo cambio debe de haber engaños y mentiras. Desde el principio, puede ser que nunca se amó y que la pasión y el deseo se confundieron con amor. O puede que se trate de una enorme decepción por una gran humillación.
Tal vez la respuesta puede estar del lado de la indiferencia, de no dar importancia, de no atender las necesidades psicológicas, físicas, morales y espirituales
El amor romántico tiene tres elementos básicos que son: la protección, el cuidado y el sexo y que cuando falla o desaparece alguno de estos elementos lo que queda no es precisamente amor, exceptuando el caso de las altas edades o en la senectud, en que por razones obvias lo más importante resulta ya, la protección y el cuidado en las parejas.
Entonces, no es sólo la atracción lo que mantiene juntas a las parejas, sino que el cuidado mutuo también juega un papel. Tal cuidado emocional puede operar en cualquier relación.
El cuidado emocional en una pareja romántica aparece de dos modos principales: proveyendo una base segura en donde cada integrante pueda sentirse protegido, y ofreciendo un refugio seguro en donde cada integrante pueda enfrentarse al mundo.
Idealmente ambos integrantes deberían ser capaces de alternar fluidamente de uno a otro rol, proveyendo refugio o recibiéndolo, de acuerdo a las necesidades.
Tal reciprocidad marca una relación saludable.
Nosotros suministramos una base segura siempre que vamos al rescate emocional de nuestra pareja, ayudando a resolver un problema angustiante, otorgando calma o sencillamente estando presente y escuchando.
Una vez que sentimos que una relación nos ofrece una base segura, nuestras energías están más libres para enfrentar desafíos.
Un sentido de seguridad mayor parece liberar una abundante dosis de atención y energía frente a las necesidades ajenas.
La gente segura es más propensa que otras a ocuparse activamente del cuidado de sus relaciones, ya sean las madres ayudando a sus hijos, la pareja romántica ofreciendo apoyo emocional a su compañero que se siente en dificultades, el cuidar de parientes ancianos, o el ayudar a un  desconocido necesitado.
El cuidado fluye más plenamente cuando nos sentimos seguros, en posesión de un fundamento estable que nos permite sentir empatía sin sentirnos desbordados.
El saberse cuidado nos libera para cuidar a los demás, y cuando no nos sentimos cuidados, no podemos cuidar bien a otros.
Hoy en día, la neurociencia argumenta que cuando una necesidad primaria no es satisfecha, digamos el contacto sexual o el cuidado del otro, entramos en un estado constante de insatisfacción, que puede manifestarse sutilmente como una vaga frustración, o visiblemente, como un rencor continuo.
Estas necesidades primarias, cuando se ven frustradas, se infectan. La señal de tales descontentos neurológicos son los primeros síntomas de una relación en peligro.

Por: Jorge Madrigal Fritsch. (familiasur.org)

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