Llego
a Madrid a las 8 de la mañana. Voy a permitirme aqui solo algunas
horas: de nada sirve telefonear a los amigos ni quedar para verlos.
Dedido a caminar a solas por lugares que me gustan, y termino fumando un
cigarrillo en un banco en la plaza de Retiro.
- Parece que no estás aqui, me dice un anciano sentado a mi lado
- Estoy aqui- le respondo- Solo que hace dos
años atras en 1986, sentado en este mismo banco con un amigo pintor,
Anastasio Ranchal, nosotros dos estábamos mirando a mi mujer, Cristina,
que ha bebido más de la cuenta y está fingiendo que baila flamenco.
-
Aprovecha- dice el anciano- pero no olvides que el recuerdo es como la
sal: la cantidad adecuada hace más sabrosa la comida, pero si exageramos
acabamos con el plato. Quien vive mucho en el pasado, termina sin
presente para recordar.
Extraido de revista Viva, 9/3/2014
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