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martes, 23 de septiembre de 2014

Las tres maestrias toltecas



Hace miles de años, los toltecas crearon tres maestrías del artista: la maestría de la conciencia, la maestría de la transformación y la maestría del amor, intento o fe. Esta separación sirve únicamente para nuestra comprensión, puesto que las tres maestrías se convierten en una sola. La verdad es sólo una y de la verdad es de lo que estamos hablando. Estas tres maestrías nos guían para abandonar el sufrimiento y volver a nuestra verdadera naturaleza, que  es la felicidad, la libertad y el amor. Ya sea que facilitemos la transformación o que nos resistamos a ella, nuestra realidad virtual siempre se estará transformando. Si practicamos el arte de la transformación, pronto estaremos facilitando la transformación misma y en lugar de utilizar nuestra magia en contra de nosotros mismos, la utilizaremos para expresar nuestra felicidad y nuestro amor. Cuando somos maestros del amor, del intento o de la fe, somos maestros del sueño de nuestra vida, y cuando las tres maestrías se han consumado, reclamamos nuestra divinidad y nos convertimos en uno con Dios. Este es el objetivo de los toltecas.
La maestría de la mente humana requiere un control absoluto de la atención: la manera en la que interpretamos y reaccionamos a la información que percibimos desde nuestro interior y desde el exterior. Los toltecas comprendieron que cada uno de nosotros es exactamente como Dios, pero que en lugar de crear, lo que hacemos es recrear. ¿Y qué es lo que recreamos? Lo que percibimos. Eso es lo que llega a ser la mente humana.
Si somos capaces de entender lo que es la mente humana y lo que la mente humana hace, podemos empezar a separar la realidad de la realidad virtual, es decir, la percepción pura, que es verdad, de la simbología, que es arte. La maestría personal se basa enteramente en la conciencia y empieza por la conciencia de uno mismo. En primer lugar, ser consciente de aquello que es real, después ser consciente de aquello que es virtual, lo cual significa aquello que creemos sobre aquello que es real. Con esta conciencia, sabemos que podemos cambiar lo que es virtual mediante un cambio en lo que creemos. Lo que es real no lo podemos cambiar y lo que creemos no tiene importancia. Así que una cosa muy importante en la maestría de la conciencia es ser consciente de nuestra propia creación ser consciente de que está viva. CUANDO ESTÁS PREPARADO PARA CAMBIAR TU VIDA, cuando estás preparado para cambiar tus acuerdos, lo más importante es la conciencia. No es posible cambiar tus acuerdos si no eres consciente de lo que te gusta y de lo que no te gusta ¿Cómo puedes cambiar algo si ni siquiera eres consciente de lo que quieres cambiar? Pero se necesita algo más que simplemente ser consciente. Es la práctica la que lo cambiará todo, porque puedes ser consciente, pero eso no significa que tu vida cambiará. El cambio es el resultado de la acción; es el resultado de la práctica. La práctica hace al maestro.
Si tenemos esta conciencia, creo que podemos recuperar el poder depositado en todas las cosas que creemos y no perder nunca el control sobre nuestra propia creación.
Cuando podemos ver que somos nosotros quienes creamos la estructura de nuestras creencias, esto nos ayuda a recuperar la fe en nosotros mismos. Cuando tenemos fe en nosotros mismos en lugar de en el sistema de creencias, no tenemos dudas sobre el origen de ese poder y empezamos a desmantelar la estructura.
Una vez que la estructura de nuestro sistema de creencias ya ha desaparecido, nos volvemos muy flexibles. Podemos crear cualquier cosa que queramos crear; podemos hacer cualquier cosa que queramos hacer.


Maestria del amor: Cuando eres un maestro de la fe vives tu vida en el amor, porque amor es lo que eres y resulta maravilloso. En ese momento, aceptas completamente tu cuerpo, tus emociones, tu vida, tu historia. Te respetas a ti mismo; respetas a todos los artistas, a todos tus hermanos y hermanas; respetas a toda la creación. Te amas incondicionalmente y no te da miedo expresar tu amor, decir «te amo» a los demás. Cuando eres un maestro de la fe, cuando vives tu vida en el amor, ves cómo se refleja tu propio amor en cada personaje secundario de tu historia y amas a todos los personajes secundarios de tu historia de
manera incondicional, del mismo modo que te amas a ti mismo.
Esto cambia tu relación con el resto de los seres humanos. Te vuelve completamente impersonal. No necesitas tener razones para amar a alguien o para no amarlo; ni siquiera eliges amar, porque amar es tu naturaleza. El amor sale de ti como la luz sale del sol. Toda tu naturaleza sale de ti, tal como es, sin expectativas. Y tu amor no tiene nada que ver con las palabras en tu cabeza. No hay historias. Es una experiencia que denominamos comunión, y eso significa tener la misma frecuencia, la misma vibración que el amor.
El quinto acuerdo también trata del respeto, porque respeto a otros artistas cuando escucho sus historias. En lugar de ayudar a otros artistas a escribir su historia, les permito que escriban la suya.
Nunca seré yo quien escriba tu historia, del mismo modo que nunca permitiré que nadie escriba la mía.
Tienes derecho a vivir tu propia vida a tu manera, y no existe una manera incorrecta. La manera incorrecta no es más que otro juicio que creamos.

Extraido del libro "El quinto acuerdo tolteca" de Miguel Ruiz

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