Cómo buscar información

Para buscar temas de programas anteriores usá la columna de la derecha dentro de la sección Etiquetas hacé clik en Temáticas tratadas en cada programa.

sábado, 20 de febrero de 2010

La actitud positva podría ayudar a prevenir enfermedades

Investigadores en Estados Unidos siguieron un registro de la salud de 1.700 personas durante más de 10 años y encontraron que los más ansiosos y deprimidos mostraban el mayor riesgo de desarrollar trastornos cardíacos.
Los científicos -que publican sus resultados en European Heart Journal, la revista de la Sociedad Europea de Cardiología- afirman que aunque el estudio es observacional y no muestra categóricamente que la felicidad es un factor protector, los resultados revelan que la actitud positiva de la gente podría ayudar a prevenir estas enfermedades.
"Necesitamos con urgencia ensayos clínicos rigurosos en esta área. Y si los ensayos apoyan nuestros resultados esto será sumamente importante para los médicos y sus pacientes" afirma la doctora Karina Davidson, quien dirigió el estudio en el Centro Médico de la Universidad de Columbia.
Al inicio del estudio de 10 años los científicos analizaron en los participantes una variedad de emociones que iban desde la hostilidad y ansiedad hasta la alegría, entusiasmo y satisfacción.
Se dio a los pacientes una escala de cinco puntos para que calificaran el nivel de sus emociones positivas.
Al final del estudio, unos 145 participantes habían desarrollado enfermedades del corazón, o sea menos de uno por cada 10 individuos.
Pero por cada aumento en la escala de la felicidad se vio una reducción de 22% en el riesgo de desarrollar estos trastornos.
Las emociones positivas, que los científicos describen como "afecto positivo", definen a las emociones placenteras como alegría, felicidad, entusiasmo y satisfacción.
"Estos sentimientos pueden ser temporales -dicen los autores- pero a menudo son estables y casi una característica del individuo, particularmente en la adultez".
"El afecto positivo es a menudo independiente del afecto negativo así que una persona que es por lo general feliz y satisfecha puede en ocasiones estar ansiosa, enojada o deprimida" agregan.

Visión positiva

Los científicos creen que la gente más feliz tiene mejores patrones de sueño, menos posibilidades de sufrir estrés y es más capaz de superar las experiencias dolorosas, todos los cuales son factores que ejercen presión fisiológica en el organismo.
Tal como señala la doctora Davidson, a pesar de que es necesario confirmar los resultados, recomienda a la gente que trate de desarrollar una visión más positiva de la vida.
Según la investigadora, "algunas personas a menudo esperan a que lleguen sus dos semanas de vacaciones al año para divertirse" en lugar de divertirse cada día.
"Y esto es el equivalente a beber alcohol en ocasiones pero hasta el hartazgo. Lo que se necesita es moderación y consistencia, no privación y exceso" expresa.
"Si usted goza leyendo novelas pero nunca tiene tiempo de hacerlo, comprométase a leer 15 minutos diarios. Si caminar o escuchar música mejora su estado de ánimo introduzca esas actividades en su rutina".
"En esencia, pasar algunos minutos cada día verdaderamente relajado y disfrutando es ciertamente bueno para su salud mental y podría mejorar también su salud física" afirma la investigadora.
Éste no es el primer estudio que revela un posible vínculo entre la felicidad y la salud pero los expertos afirman que esta asociación quizás sólo tiene un valor limitado.
"Sabemos que mejorar el estado de ánimo no siempre es fácil para una persona, así que que no sabemos si es posible cambiar nuestros niveles naturales de actitud positiva" dice Ellen Mason, de la Fundación Británica del Corazón.
"Por supuesto recomendamos a la gente que "se consienta" y dedique tiempo a actividades sanas que puedan mejorar su estado de ánimo, pero también es muy importante que controle los factores de riesgo que ya han sido establecidos".
Éstos, dice la experta, incluyen mantenerse activo, comer sanamente, evitar el tabaco y reducir el colesterol y el riesgo de diabetes.

bbc.co.uk

viernes, 19 de febrero de 2010

Vuelve a empezar

Aunque sientas el cansancio;
aunque el triunfo te abandone;
aunque un error te lastime;
aunque un negocio se quiebre;
aunque una traición te hiera;
aunque una ilusión se apague;
aunque el dolor queme los ojos;
aunque ignoren tus esfuerzos;
aunque la ingratitud sea la paga;
aunque la incomprensión corte tu risa;
aunque todo parezca nada;
¡VUELVE A EMPEZAR!

"Vivir con Valor" de Enrique Chaij.

Los niños al cuidado de los abuelos todo el dia son más propensos a la obesidad

MADRID.- Porque muchos de ellos 'no saben' decirles que no a nada o porque aún piensan que los niños 'rellenitos' están más protegidos de enfermedades futuras que los 'delgaditos'. Lo cierto es que los menores criados por sus abuelos [un número en aumento en los países desarrollados] tienen un riesgo más elevado de ser obesos que los atendidos por sus padres.
Catherine Law, del Instituto de Salud Infantil de Londres (Reino Unido), es directora de este nuevo trabajo que forma parte del conocido como Estudio Cohorte de Milenio. En él se que explora la salud de todos los niños británicos, de nueve meses a tres años, nacidos entre 2000 y 2001.
Según reconoce a ELMUNDO.es esta investigadora, "la principal conclusión es que los niños que son atendidos por los abuelos son más propensos a tener sobrepeso a los tres años que los que están criados por los padres, incluso aunque sea sólo por él o ella".
Esta especialista admite que no puede "ofrecer a los lectores las razones de este vínculo, pero es posible que los abuelos, para complacer a sus nietos, les den de comer más dulces o les dejen ver más televisión que los papás".
Su trabajo, publicado en el 'International Journal of Obesity', ha involucrado a un total de 12.000 pequeños. "Cerca de una cuarta parte de los estudiantes de preescolar [en el Reino Unido] tiene sobrepeso o está obeso", reza la investigación. "El cuidado de los menores influye en el peso... Pero existen muy pocos estudios que hayan analizado esta relación", agregan los investigadores.
Los investigadores realizaron encuestas a los padres sobre el tipo de cuidados recibidos por sus hijos y analizaron el peso de los participantes. Los datos mostraron que aquéllos que son cuidados a tiempo parcial por sus abuelos tienen un 15% más de riesgo de tener sobrepeso en comparación con los atendidos exclusivamente por sus progenitores. Y este riesgo se eleva hasta un 34% si la asistencia de los 'yayos' es a tiempo completo.
Promover hábitos saludables
"Sabemos que el cuidado de los abuelos es muy valorado por los padres. Nuestro trabajo sugiere que ellos pueden necesitar más información sobre cómo promover una alimentación saludable y la actividad física en los niños pequeños", recomienda la doctora Law.
Recuerda que, en general, en su estudio, como ha ocurrido en otros anteriores, los niños de nivel socioeconómico más bajo tienen asimismo mayores tasas de sobrepeso. Sin embargo, "hemos encontrado que también los hijos de familias más favorecidas que acuden a la guardería poseen más posibilidades de no estar en su peso que los cuidados en casa por los padres".
Por este motivo, el trabajo concluye que "las autoridades deberían apoyar más a los progenitores que trabajan y ofrecerles información sobre los riesgos del exceso de peso en función de los cuidados que reciban sus hijos", se recueda en el trabajo.
Además, y dado que la mayoría de los críos es asistido por los más mayores, "el anuncio del Gobierno de proporcionar créditos a los abuelos para el cuidado de sus nietos ofrece una gran oportunidad para promocionar hábitos de vida saludables", concluye el trabajo.
Valoración
Para Jaime Dalmau, coordinador del Comité de Nutrición de la Asociación Española de Pediatría, "este artículo, como todos los epidemiológicos, sirve para poner en alerta sobre un posible factor que puede contribuir al desarrollo de la obesidad. Como dicen los autores son 'sus' hallazgos, los cuales coinciden con algunos estudios, pero no con otros. Puede depender de factores socioculturales, diferentes en diferentes países".
Para este especialista de la Unidad de Nutrición y Metabolopatías del Hospital Infantil La Fe (Valencia), en un tema como la obesidad pediátrica, con tantos posibles factores etiológicos, "dar responsabilidad exclusiva a los abuelos de clase media-alta no es del todo correcto, pero sí un factor a tener en cuenta".
Por ello, y al igual que los autores del estudio, el doctor Dalmau defiende "la importancia de formar a los cuidadores, en este caso los abuelos".


PATRICIA MATEY
elmundo.es

miércoles, 17 de febrero de 2010

palabras buenas, palabras malas

Hasta no hace mucho tiempo tenían la entrada absolutamente prohibida en los medios escritos. Si por algún motivo había que ponerlas, se las disimulaba púdicamente con la inicial y puntos suspensivos. La convención era bastante ridícula, pues al darles un tratamiento diferente, se las destacaba más. Pero, completas o abreviadas, en general se entiende que su uso sólo se justifica en ocasiones muy determinadas. Consultada una vez, sobre si debían escribirse malas palabras en la prensa, dije que la prensa no era digna de ellas. Tuve que aclararlo. Dije, entonces, que tampoco era digno de ellas un tratado de filosofía o un recetario de cocina. Todas las palabras son dignas, pero unos lugares son dignos de unas, y otros, de otras. ¿Qué hace que una palabra sea considerada mala? No necesariamente el objeto que designa, pues el mismo objeto, por desagradable que sea, puede ser designado por una palabra buena. Tampoco el sonido (aunque a veces se hable de palabras malsonantes), pues el lenguaje más limpio de palabrotas puede ser al mismo tiempo insoportablemente cacofónico. Lo que hace que una palabra sea considerada una mala palabra es la convención de los hablantes. El carácter de mala palabra es tan convencional como las reglas de la sintaxis.
Las malas palabras no son incorrecciones lingüísticas, aunque pueden ser incorrecciones sociales. Son parte de la lengua. No son hijos bastardos sino tan legítimos como las voces de léxico general, las expresiones coloquiales y los tecnicismos. Pero cada cosa tiene su lugar. Una mala palabra puede herir los oídos de un oyente o los ojos de un lector, y puede herirlos porque esos oídos y esos ojos están adaptados para ser heridos por ella. Eso es la convención. En la lengua todo es convencional, hasta las interjecciones, que tan espontáneas parecen. ¿Por qué cuando me doy un golpe y me duele grito ay? Porque aprendí que ay indica dolor. Si mi lengua fuera otra, lo expresaría con otra interjección. Y si el uso de una palabra me ofende, me ofende porque aprendí que usar esa palabra es ofensivo. Pero el que las malas palabras puedan ofender a los lectores no es la única razón para no emplearlas. Las palabrotas y los vulgarismos son joyas del lenguaje expresivo y, por el carácter del material que, en general, difunde la prensa, no tienen cabida en ella. Las palabras hay que cuidarlas porque se gastan con mucha facilidad. Si abusamos de ellas, rápidamente pierden su fuerza expresiva. Lo mismo ocurre con las voces del lenguaje familiar que, aunque a nadie ofenden, en un texto periodístico deben dosificarse para que no pierdan su valor afectivo y su expresividad.
Si un mismo objeto puede nombrarse con una voz del léxico general, una palabrota, un término coloquial y un tecnicismo, por algo será. Esas voces no son equivalentes porque la comunidad de hablantes ha convenido en destinarlas a situaciones diferentes. Los hablantes en general y los periodistas en particular tienen en claro que ciertas palabras son malas palabras y no tienen lugar en un texto informativo. Pero, lamentablemente, no siempre tienen claras las diferencias en los otros registros. Así, hoy es común que nos informen del resultado de un examen de ingreso hablando de los bochazos o de la ausencia de diputados en una sesión como faltazos. O que en la sección Arquitectura de un diario se lea que algo a la gente “le importa un pomo”. Esas no son malas palabras, pero dejan una triste impresión: la de la pobreza léxica de quien las escribió. Y sospecho que eso se debe a que los jóvenes leen poco y malo y adquieren su vocabulario sobre todo por vía oral. De esa manera, no conocen los diferentes registros y no distinguen niveles. Esos coloquialismos, usados sin saber que lo son, me duelen más que las palabrotas, que en determinados textos pueden ser necesarias. No hay razón para eliminarlas al citar a una persona que las pronunció en un momento de gran emotividad o con una intención especial. En esos casos, respetarlas es informar y, afortunadamente, los puntos suspensivos están pasando de moda.

Lucila Castro-Profesora en letras y periodista.
perfil.com

martes, 16 de febrero de 2010

Cómo superar los celos en la pareja

En algunas parejas, una pizca de celos es vista como algo natural e incluso necesario, porque la entienden como una muestra de afecto de la persona amada, preferible a la indiferencia. Pero si estos sentimientos son permanentes o intensos, pueden desgastar y perturbar la relación afectiva, hasta hacerla insoportable.
A veces son explícitos, como los del novio o esposo que desconfía de la fidelidad de su mujer.
En otras ocasiones son encubiertos, como los de la esposa que regaña, critica o agrede verbalmente a su marido, que se encuentra en una buena posición social o laboral, para obtener todo el poder que le resulte posible en el ambiente doméstico y derribarlo de su pedestal.
No obstante, las consecuencias para la persona celosa son similares: malestar, angustia, nerviosismo, tristeza, inseguridad, falta de confianza en sí misma, retraimiento, fantasías obsesivas, comparación enfermiza con otras personas.
Aunque suelen afectar a la pareja, pueden dañar cualquier otra relación, incluso la que mantenemos con nosotros mismos, explica la terapeuta transpersonal Maite Artiaga, que imparte el cursillo de "Relaciones Sanas y Conscientes".
La gente celosa tiene una distorsión del pensamiento: por mucho que amemos a alguien, y compromisos o planes en común que tengamos, no poseemos a esa persona. Los celos son miedo a perder algo, pero no se puede perder algo que no se tiene, señala la terapeuta transpersonal.
Para superar los celos, lo primero, aunque no lo más fácil es reconocer que se padecen. El celoso o celosa ha de descubrir en qué momentos y situaciones se comporta como una persona celosa y qué es lo que hace, piensa y siente en esos momentos.
A partir de allí, es fundamental hablar con la pareja. Hay que decirle lo que a uno le pasa, reconocer que no se está actuando con madurez y manifestar que se intentará cambiar esta percepción distorsionada.
Según la experta en dinámica de parejas, Cristina Flames, recomienda una vacuna psicológica para los celos: Si nuestra pareja está con nosotros es porque nos quiere realmente y elige estar con nosotros; no hace falta compararse ni competir con nadie por la persona que amamos.
Además hay que fortalecer la relación, en lugar de socavarla, ya que los celos destruyen y separan. Hay que tenerlo claro para establecer una comunicación con respeto y confianza, y dedicar las energías a reforzar la pareja.
Para ello, es fundamental poner fin a la rutina, madre del tedio en la pareja.
"No hay que olvidar que los celos se basan en una dependencia emocional y psicológica desproporcionada hacia los seres queridos. Para evitar que la pareja sea un vínculo dependiente, hay que seguir relacionándose con los demás, repartir el interés entre las distintas personas que se conocen y actividades que se realizan y abrirse a las posibilidades que ofrece la vida", matiza la experta.


María Jesús Ribas.
E F E REPORTAJES.
yahoo.com

DISFUNCIONES RELACIONALES


La personalidad no es algo que se encuentre constituido desde el nacimiento. Intervienen en su formación factores como la disposición biológica (lo hormonal, lo endocrinológico, lo neurológico y todos aquellos cuadros médicos que tienen repercusión psicológica, etc), la prehistoria e historia individual (relación de los padres con los abuelos, carácter de buscado o no buscado del embarazo, lugar que ocupa el sujeto en la estructura familiar, motivo de la elección del nombre, expectativas del grupo sobre el nuevo integrante y otras variantes) y los factores accidentales posteriores (traumas desencadenantes de la patología).
Esta conformación no agota aquello que caracteriza a una persona, a esto habría que agregar la posición que el propio sujeto tiene respecto de lo dado. Uno no es meramente lo que le pasa, lo que recibe o lo que vivió sino lo que hace con este material.
Respecto a este último punto se puede tener una postura implicada o des implicada. A saber:
- Yo no tengo nada que ver con lo que me pasa sino que me limito a ser un objeto pasivo víctima del destino o del otro y esa es la respuesta tras la cual no queda espacio para ninguna pregunta. Solo se trata de padecer.
- O yo intervengo en la generación del problema de modo que las cosas podrían ser diferentes si actuase de otra manera solo que ignoro cual es el punto en que perdí el comando de la situación. Aquí se abren un conjunto de preguntas: ¿Cuál es ese punto? ¿Cuál es el motivo? ¿Cuál la razón por la cual no lo sé o me cuesta percibirlo? Avatares del camino de la libertad.
En la medida que no hay un psiquismo acabado se puede afirmar que nunca tiene una conformación definitiva estando abierto a cambios, evoluciones e involuciones. La elasticidad de esta estructura puede verse afectada en los cuadros neuróticos.
No es algo fuera de lo común que, en relación a la disfunción de pareja y las dificultades amorosas en términos generales, aparezca la sensación de haber pasado por situaciones idénticas. Esta es una señal que no para todos funciona como tal. Los que la saben escuchar rápidamente advierten, en su historia, una repetición difícil de explicar por el azar. Los mismos problemas desfilan en sucesivas experiencias como si estuviesen actuando una pieza de teatro con un guión rígidamente preestablecido. Increíblemente y a pesar de la voluntad de no volver a reiterar ciertas situaciones se sorprenden con las mismas conductas y reacciones.
Ante esta cuestión están aquellos que no reparan lo que se pone en juego, se vuelven a proponer que “de ahora en más” no se repetirá sin resultados y aquellos que dramáticamente deciden que se trata de un destino personal imposible de modificar.
La terapia se fundamenta en la medida que se pueda asumir que la repetición está en relación a una causa que queda siempre fuera de consideración por ignorada. Aproximarse a esta verdad íntima es el camino para salir del trance.

Licenciado Juan Esteban Courrèges
Asistencia Psicológica

lunes, 15 de febrero de 2010

Los mejores jugadores de videojuegos tienen cerebro más grande


Va a ser porque siempre me han gustado los videojuegos que me encantan los estudios que intentan demostrar que jugar puede ser positivo para el desarrollo de las capacidades cognitivas (siempre en su justa medida). Ya existen varios experimentos que afirman las mejoras que se producen en la coordinación ojo - mano y la rapidez de procesamiento cognitivo derivadas del uso de los videojuegos.
En el presente estudio han encontrado que es posible predecir la futura habilidad de una persona con los videojuegos dependiendo de lo desarrolladas que tenga determinadas partes del cerebro.

El estudio se ha llevado acabo en colaboración con varias universidades estadounidenses, primero escaneaban los cerebros a los 39 participantes para después ponerles a jugar a un juego llamado "Space Fortress", un juego parecido al
"Geometry Wars" de los tiempos de la Atari. Las resultados del estudio fueron que los participantes con un núcleo accumbens mayor aprendían a jugar antes que el resto, o lo que es lo mismo tenían facilidad para el aprendizaje, y que los que tenían el núcleo caudado y el putamen más grande jugaban mejor que el resto cuando había distracciones, es decir, tenían una mejor concentración.
Este hallazgo, plantea diversas cuestiones, hasta ahora se pensaba que "más grande" no significaba necesariamente "mejor", el estudio a desmentido que en todas las zonas del cerebro esto sea verdad.

yopsicologo.com

domingo, 14 de febrero de 2010

Pensamiento positivo

Es posible programar un 2010 en positivo cuando el afuera se ve negro y parece derrumbarse? Sismos. Desastres climáticos. Desórdenes financieros a nivel nacional y desplomes de la bolsa a nivel global. La amenaza del terrorismo internacional. El resurgimiento de profecías apocalípticas...
A tener fe: diferentes psicoterapias, técnicas, disciplinas y enfoques filosóficos aseguran que esta tarea es posible. ¿Cómo? A través de un pensamiento positivo. Un gran caudal de pensamiento científico avalado por innumerables nombres reconocidos internacionalmente trabaja desde hace décadas en el convencimiento de que el pensamiento tiene un poder inmenso. Lo que pensamos –traducido en palabras– tiene la fuerza de mover montañas: genera una energía tal que produce acciones, estados de ánimo y crea realidad.

Según los investigadores, aquellas personas que tienen una actitud mental positiva encaran la vida de otra manera: son emprendedores; están más abiertos a novedades; transmiten esperanza; son más saludables; ante un fracaso, ven crecimiento; se proponen metas y las logran con éxito. 
 “Hay gente que no se tiene confianza, que piensa que cada cosa que encarará le saldrá mal. Los que nacen con una predisposición a ser negativos crean un clima negativo y generan, así, una profecía autocumplida. En verdad, uno no nace con confianza. El optimismo, al igual que la confianza, se aprende. Los recursos para lograr el cambio y obtener los objetivos que queremos alcanzar están dentro de nosotros”, asegura Axel Persello, director del Instituto Argentino de Formación e Investigación (IAFI), un lugar dedicado a la capacitación, investigación y acción social a través de la Programación Neurolinguística (PNL).
Desde la perspectiva de la PNL, del Coaching Ontológico, de la Fundación El Arte de Vivir y de la Psicología Positiva, lo que parece imposible o cuesta arriba se convierte en objetivos alcanzables: bajar de peso, dejar de fumar, mejorar la relación con tu pareja, ir al gimnasio, comprarse un departamento, volver a estudiar, concretar el viejo sueño de montar un microemprendimiento y hasta tener una mejor calidad de vida.
Conseguirlos no te insumirá la vida: estos enfoques prometen resultados rápidos. Se trata de terapias y cursos breves que trabajan en el aquí y en el ahora. La clave está en ser capaz de ver la vida con lo que popularmente se llama el vaso medio lleno.

ANTECEDENTES DEL OPTIMISMO.
Los antecedentes se remontan a la década del ‘50, con Milton Erickson, médico y psicoterapeuta norteamericano considerado el padre de la terapia sistémica: en lugar de trabajar con los defectos y las carencias de las personas, Erickson empezó a hacer hincapié en sus recursos y fortalezas. “Mientras las terapias tradicionales no podían hacer nada con algunos pacientes, él, con sus técnicas orientadas en las soluciones, obtenía un gran éxito y en menos tiempo”, cuenta Claudio Des Champs, psicólogo, psicoterapeuta, docente y fundador de la Escuela Sistémica Argentina.
Otro nombre ineludible es Viktor Frankl, un neurólogo y psiquiatra austríaco que, a partir de su experiencia en varios campos de concentración nazis, escribió el libro El hombre en busca de sentido. Frankl es el fundador de la Logoterapia y, además, de una psicoterapia de la esperanza. También fue clave Boris Cyrulnik, un psicoanalista francés que –en base a su propia experiencia– estudió los mecanismos de supervivencia desarrollados por gente que había tenido infancias duras, o había sido víctima de abusos o que había pasado por guerras.
“Grosso modo, la enseñanza de la resiliencia –un término acuñado por él– es que uno no es lo que le pasa: uno es lo que hace con eso que le pasa. Quienes atraviesan alguna situación traumática se apoyan en mecanismos internos para salir adelante. Esa experiencia les da un crecimiento personal: su vida alcanza un nivel superior”, explica Des Champs.
Gran parte de estas investigaciones fue ignorada hasta que aparecieron las neurociencias, que –entre otros grandes logros– confirmarían cómo algunos daños celulares a nivel cerebral se podían regenerar a partir de las emociones y el contacto con los otros. En un camino en donde la inteligencia emocional se mezcla con la psicología, aparece un hombre llamado Martin Seligman. Este psicólogo norteamericano pasó varios años de su vida experimentando sobre el desamparo y la depresión, basándose en estudios de enfoques sistémicos, terapias cognitivas y estudios lingüísticos.
“Lo del vaso medio lleno y medio vacío es, en realidad, un juego de palabras. Es lo mismo que la frase ‘Me faltan cinco para el peso’. Sin embargo, ambas revelan la percepción que la gente tiene de sí misma. Es casi seguro que quien lo dice es alguien quejoso, que verá todo en la vida de forma negativa. La conclusión de Seligman fue que la depresión se aprende: uno no nace depresivo sino que es probable que se vaya modelando como un ser depresivo. El razonamiento siguiente fue: ‘si la depresión se puede aprender; entonces, también se puede aprender a ser optimista’”, cuenta Des Champs. 
Los aportes realizados por Seligman, un hombre que en las fotos no para de sonreír y que desde 1998 preside la Asociación Americana de Psicología, pusieron patas para arriba a la psicología. Desde el mismo establishment, aparecían palabras nuevas (un cuco hasta entonces): bienestar, optimismo, felicidad. Nacía entonces la Psicología Positiva.

DESARTICULAR LO NEGATIVO. A pesar de que la Programación Neurolingüística, el Coaching Ontológico y la Psicología Positiva tienen diferencias de enfoque, poseen también muchas cosas en común: la capacidad de aprendizaje del ser humano y de transformar una realidad adversa para lograr sus metas. “Por más optimista que seamos, los miedos nos asaltan sin que nos demos cuenta y boicotean nuestros deseos”, analiza Patricia Hashuel, instructora –desde hace 12 años– de Coaching Ontológico, un posicionamiento filosófico basado en la ontología del lenguaje.
Esta corriente nació en Chile, hace más de dos décadas, de la mano del biólogo Humberto Maturana y del filósofo Fernando Flores. Licenciada en Administración de Empresas y directora del Instituto de Capacitación del Coach (ICC), Hashuel se presenta a sí misma como una facilitadora de objetivos: “Ayudamos a que la gente logre desarticular esas conversaciones internas y se ‘empodere’.
Los entrenamos para que reconozcan y prioricen sus dones, habilidades y competencias. Dentro de cada uno de nosotros vive un ser exitoso al que, muchas veces, no dejamos salir”.
Creada en los ‘70, por el lingüista y filósofo John Grinder y el matemático y analista de sistemas Richard Bandler, la Programación Neurolinguística (PNL) es un método que afirma que es posible revisar “nuestro software” cerebral para obtener cambios a voluntad.
“Nuestro comportamiento surge de la interacción de tres áreas: pensamiento, emoción-sentimiento y conducta. Si ponemos la atención en una de ellas podremos comprobar cómo cada una modifica a las demás”, explican Alejandro Sangenis y Marcela Beatove, ambos master trainers en PNL y consultores de empresas y particulares.
Una de las máximas de la PNL es que todos los recursos se necesitan para cambiar e instalar nuevos hábitos, una nueva visión de la vida, nuevos conocimientos, nuevas habilidades.
La Psicología Positiva también se centra en las fortalezas a partir de la auto-observación. “En los ‘60, la gente salía destruida de las sesiones de terapia. Es cierto que uno puede hablar de lo que le duele un rato, pero ¿para qué hacerlo todo el tiempo? ¡Si lo que en verdad la gente quiere es seguir adelante –lanza Des Champs–.
El objetivo de la Psicología Positiva es poner el foco no sólo en reparar sino en construir recursos, desplegar cualidades positivas y elaborar guiones esperanzadores para el desarrollo y bienestar sustentable de los seres humanos”. Los aportes de Seligman –que se conocen desde hace tiempo en la Argentina, y es la Universidad de Palermo una de las instituciones que más se identifica con ellos– tienen que ver con el trabajo con los valores (no sólo a nivel moral sino practicar lo que uno dice, la práctica del perdón y del auto perdón (“La culpabilidad no ayuda”, “No juzgues a los demás”); la gratitud (“¿Quién no tiene alguien a quien agradecer? ¿Les has dicho a ellos lo mucho que han influenciado positivamente en tu vida?”). Quienes adhieren a la Psicología Positiva sostienen que uno puede programar el año que quiere hacer (y no tenerlo). Por eso, es bueno programar a corto plazo: para poder sostenerlo en el tiempo. Es ideal que, en la rutina diaria, haya lugares de meditación, o de ‘actividades endorfínicas’ (bailar, cantar, estar con amigos).
Dice Des Champs: “Con estas actividades, la gente vuelve impactada. Al obtener emociones positivas, cambia en otros aspectos. La vida empieza a tener más sentido”. Logra ese ansiado estado de flow.

LA RUTA DEL BIENESTAR. A pesar de estas enunciaciones inspiradoras, el pensamiento positivo tiene sus críticos. Muchos lo relacionan con la autoayuda, lo consideran una postura naïf, lo señalan como el responsable de que mucha gente se sienta omnipotente y adquiera un ego desmedido.
Un estudio reciente, realizado por psicólogos de las universidades de Waterloo y New Brunswick, asegura que las afirmaciones positivas sobre uno mismo hacen que las personas que ya se sentían mal con respecto a sí mismos, no se sientan mejor sino peor. “Muchas veces se sobrevalora el pensamiento positivo.
La idea de que uno puede ser bueno y agradable es falsa: uno tiene que ser impecable con uno mismo e implacable para no someterse a verdades falsas”, opina el médico y psicólogo Alberto Lóizaga, uno de los precursores de la meditación en el país.
Beatriz Goyoaga –instructora y coordinadora de la fundación para América Latina y España de El Arte de Vivir, la fundación del líder humanitario Sri Sri Ravi Shankar que ya lleva más de 27 años de existencia y tiene sedes en 152 países– también tiene sus reparos a la hora de hablar de pensamiento positivo. “Si te sucedió una tragedia, el pensamiento positivo esconde la basura bajo la alfombra. Y eso, algún día, explota. A la tristeza la tenés que atravesar. Para eso sirve la serenidad”, sostiene Goyoaga.
En El Arte de Vivir tienen cursos –basados en la práctica de la respiración– pragmáticos y rápidos para desplazar lo negativo y lograr objetivos. Para tener pensamientos positivos, dice Goyoaga, no basta con desearlos. Hay que hacer esfuerzos. “Hay que marcarse una meta y poner el 100 % de uno para conseguirla; tenemos que hacer todo lo que está en nuestras manos para que funcione. Y para ello, más que poner sentimiento, lo que se necesita es tener compromiso”, asegura.
En defensa del pensamiento positivo, Claudio Des Champs dice que este no implica de ninguna manera soluciones mágicas: “Utilizarlo no es volverse más rosa o adherir a un revival del New Age. Al tomar lo mejor de la psicoterapia actual, las neurociencias, la meditación y lo mejor de la espiritualidad, este enfoque supone volverse más inteligente emocionalmente. Nadie puede hoy negar que este siglo está buscando integrar diferentes modelos en pos del bienestar del hombre”. Se esté en una vereda o en la otra, si hay algo que enseña el pensamiento positivo es que la realidad depende de cómo la miremos. Y si cambiamos esa mirada, la realidad (la nuestra) puede transformarse. “El pensamiento positivo es, para mí, el pensamiento creador –analiza el filósofo, escritor y pensador Santiago Kovadloff–. La realidad es una tarea y no un territorio develado.
Si nos encerramos en lo previsible, en lo ya configurado, abandonamos la creatividad. El pensamiento positivo es la capacidad de entablar un vínculo innovador con la realidad”. La mente es un conjunto de cosas, y el pensamiento y el medio ambiente forman parte de ella. Cuando uno toma conciencia de todo esto se llena de energía, se vuelve optimista, alcanza el bienestar y la felicidad. Y mirar la vida así, con el vaso medio lleno (sea con la meditación, la respiración, la investigación, el pensamiento crítico, el arte, psicoterapias o con sentido común), es –definitivamente– contagioso.

yahoo.com

El aburrimiento puede ser fatal para la salud


LONDRES (AP) - Annie Britton y Martin Shipley, de la University College de Londres, advierten que el aburrimiento de por sí no mata, pero que podría ser síntoma de otros comportamientos riesgosos como beber, fumar, drogarse o padecer problemas sicológicos.

Los investigadores analizaron cuestionarios completados entre 1985 y 1988 por más de 7.500 empleados públicos londinenses de 35 a 55 años. Se les preguntó si se habían sentido aburridos en el trabajo durante el mes previo.

Britton y Shipley rastrearon cuántos de los participantes habían muerto para abril de 2009. Quienes reportaron mucho aburrimiento tenían dos veces y media mayor probabilidad de morir de un problema cardíaco que quienes dijeron no haberse aburrido.

Sin embargo, cuando los autores hicieron ajustes estadísticos para tomar en cuenta otros potenciales factores de riesgo, como niveles de actividad física, el efecto se redujo.

Otros expertos dijeron que, aunque la investigación era preliminar, el vínculo entre el aburrimiento y un aumento en los problemas cardíacos era posible, aunque no necesariamente directo.

"Alguien aburrido podría no tener motivación para comer bien, ejercitarse y llevar un estilo de vida saludable. Eso podría hacerlos más propensos a tener un episodio cardiovascular", opinó el doctor Christopher Cannon, profesor adjunto de medicina en la Universidad de Harvard y vocero del Colegio Estadounidense de Cardiología.

También agregó que si el aburrimiento estaba vinculado con depresión, no era raro que fuesen más susceptibles a los ataques cardíacos; desde hace tiempo se reconoce la depresión como factor de riesgo para las enfermedades del corazón. Cannon dijo que es posible que cuando uno está aburrido, libere hormonas peligrosas que fuerzan el corazón.

yahoo.com

Dejanos un mensaje... - COPY
   
 

Para comunicarte con nosotros...

 
 


 
   
 
¡Gracias por escribirnos tus inquietudes o sugerencias para el programa!
 
   
   
Form View Counter

FormSpring Online Forms FormSpring Online Forms